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Brujos y Brujas

Si bien la verdadera brujería dista mucho de estas descripciones, pués mÔs bien se acerca a la corriente del paganismo que a la satÔnica "oscura", por llamarla así, estas son algunas de las leyendas que circularon en épocas inquisoriales, en las cuales la bruja o brujo aparecían como un ser malévolo que como esclavo de SatÔn actuaba arrancando vidas y profiriendo diabólicoss maleficios sobre la población.

Leyendas sobre Brujos y Brujas

La brujería es completamente distinta de la magia; el mago llama al diablo y lo pone a su servicio; el brujo y, sobre todo, la bruja, son sus esclavos. Hago hincapié en el femenino de la palabra porque, según los estudiosos, hay un brujo por cada dos mil brujas y son muchas las razones que lo explican y justifican. Desde el relato bíblico del Ôrbol del bien y del mal en el Paraíso, se identifica a la mujer con la serpiente y con la función de colaboradora de SatÔn en su papel de "tentador". A este recuerdo se añade toda una teoría contraria al sexo y a las actividades sexuales, de las que la mujer es protagonista y -se dice- también incitadora y provocadora. Su sexualidad es mucho mÔs compleja y misteriosa que la del hombre, por eso la sangre menstrual, las placentas y los fetos se utilizan con frecuencia en la brujería, y es mÔs larga. Influye, ademÔs, la marginación en una sociedad de hombres en la que se le negaba todo protagonismo y hasta el acceso a la mÔs elemental cultura.

Es también una venganza contra la Iglesia. Mientras los concilios le niegan sistemÔticamente el derecho al sacerdocio, ella se convierte en sacerdotisa de SatÔn y utiliza los poderes que su amo le confiere para amedrentar a los hombres. En cierto modo es la primera rebelión feminista de la historia.

 

El Sendero de la BrujerĆ­a

Unas brujas nacen y otras se hacen, porque unas lo son por familia (de madre bruja, hija bruja), otras, por seguir ciertas tradiciones populares (la séptima hija hembra de una familia, debe ser forzosamente bruja) y otras porque ya nada tienen que perder en la vida, y allí encuentran un camino. Todas tienen unos rasgos comunes sea cual sea el lugar, la época o la clase social a la que pertenecen. Son expertas en el laboratorio, resentidas contra el mundo y todas llevan la "marca o sello del diablo", el "made in SatÔn" que su amo les imprime durante el período de iniciación, que les servirÔ para identificarse entre ellas pero también las delatarÔ ante sus verdugos. Se trata de cicatrices, antojos o tatuajes que suelen llevar debajo de la tetilla, el hombre, y en el pubis, la mujer.

La bruja de hoy, como la de ayer, tiene dos grandes campos de actividades: el ritual, que comprende la asistencia a aquelarres y a misas negras y la realización de sacrificios; y el prÔctico, que consiste en la fabricación de hechizos y sortilegios, el maleficio y el mal de ojo.

 

Se conoce con el nombre de sabbat o aquelarre la gran asamblea de todas las fuerzas del mal en la que los servidores de SatÔn rinden pleitesía a su Príncipe. "Aquelarre" es la palabra vasca que significa "prado del cabrón". La reunión consta de cinco partes: la convocatoria, el homenaje al diablo, el banquete, el baile y el fin de fiesta: la sexualidad desenfrenada. Hoy ha sido sustituido por la misa negra que es una ceremonia esotérica que invierte y parodia el ritual de la misa católica: se santiguan y rezan el texto al revés, los ornamentos son negros, se consagra sangre de animal y pan negro hecho de excrementos o una hostia triangular, se utilizan orines de cabra en lugar de agua bendita, que el oficiante asperja sobre los asistentes con un hisopo negro, toda la ceremonia se realiza sobre el cuerpo desnudo de una bruja joven que hace las veces de altar y se da culto a SatÔn en lugar de a Dios.

 

El segundo gran ritual brujeril son los sacrificios cuya finalidad es la obtención de los poderes sobrenaturales que todas las brujas necesitan para perpetra sus malas acciones.

La brujería prÔctica es la fabricación de hechizos, sortilegios, pócimas, ungüentos, el maleficio, la ligadura y el mal de ojo. Para desarrollar su macabra tarea utilizan estos objetos: la escoba, que a la orden de "”Adelante en nombre del diablo!", las pone en órbita, velas de pez negra, un cuchillo mÔgico, una botella y una jarra tripudas, una cuerda atravesada por plumas de cuervo, alfileres para pinchar las figuras de cera, un almirez para majar las hierbas y redomas, retortas, mecheros y un candelabro llamado "la mano de la Gloria" confeccionado con la mano cortada de un ahorcado. Las brujas de hoy lo tienen mucho mÔs fÔcil: todos estos objetos se venden en tiendas especializadas en todas nuestras ciudades y se anuncian en las diversas revistas esotéricas.

También las brujas, como su amo y señor, son unas infatigables trabajadoras. AdemÔs de sus incómodos vuelos nocturnos, la asistencia a ceremonias agotadoras, la provocación de desastres, el rapto de niños y el cotidiano trabajo en el laboratorio, tienen una actividad sexual desmesurada, como reconoce Sor Madeleine Démadoix, bruja confesa: "Los domingos se corrompen con la cópula con demonios, los jueves se ensucian practicando la sodomía, los sÔbados se prostituyen con el abominable bestialismo y los demÔs días siguen el curso normal de la naturaleza".


Fuente de Información: http://www.mercaba.org/FICHAS/SECTAS/las_sectas_satanicas.htm

 

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